
Chile se ha posicionado entre los países más atractivos de América Latina para albergar centros de datos para inteligencia artificial (IA) por su abundante energía renovable, buena conectividad y políticas públicas favorables, en medio de una lucha con las comunidades afectadas que alzan su voz contra los impactos ambientales de estas infraestructuras.
En Chile hoy hay 33 data center en funcionamiento, la mayoría en la Región Metropolitana de Santiago, y otros 34 están en proceso de aprobación. Según cifras oficiales, la industria chilena del sector triplicará su tamaño en los próximos cinco años.
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«Lo único que necesita instalarse en un centro de datos es energía barata, agua y suelo para reducir costes», explica a Efe la investigadora Paz Peña, dedicada a los impactos de las tecnologías en América Latina, quien destaca que la región «está emergiendo» entre las que tienen mayores incentivos para las Big Tech por parte de los gobiernos.
Grandes empresas tecnológicas como Microsoft y Amazon, que tienen presencia en el país junto a Google, han anunciado inversiones de 3.300 millones de dólares en tres años y 4.000 millones en 15 años, respectivamente.
“Graves riesgos” para los ecosistemas
En la comuna de Cerrillos, al sur del área metropolitana, rodeada por una carretera y un enorme centro comercial, un campo de 23 hectáreas albergará el segundo centro de datos de Google en Chile, en un terreno que alberga los mantos freáticos subterráneos que riegan varios barrios suburbanos.
“Aquí Google quería extraer al menos 169 litros de agua por segundo (equivalente al consumo de unos 18.000 hogares) y esa fue una de nuestras mayores oposiciones”, explica a Efe Tania Rodríguez, miembro del Movimiento Ecologista y Comunitario por el Agua y el Territorio (Mosacat).
Los centros de datos albergan miles de servidores que funcionan en paralelo las 24 horas del día y generan una gran cantidad de calor que debe enfriarse (con agua en sistemas más antiguos) para evitar el sobrecalentamiento y una falla del sistema.
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“Un centro de datos de IA consume de media la cantidad de agua al día que utiliza una ciudad de entre 10.000 y 50.000 personas”, afirma Peña.
Los vecinos, que conocieron los planes de Google en Cerrillos a mediados de 2019, lograron que la empresa retirara su proyecto el año pasado para presentar una nueva propuesta sin uso de agua. “Fue un David contra Goliat, pero fue posible”, afirma Rodríguez, considerado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes en IA de 2024.
“Los proyectos que se han aprobado en Chile no utilizan tanta agua, pero en la medida que consumen menos agua, consumen más energía” y aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, dice a Efe la periodista Francisca Skoknik, cofundadora de Labot.cl, medio que ha investigado en profundidad el tema.
Los centros de datos son una pieza importante para el procesamiento de información de los programas de inteligencia artificial. (Foto: freepik.es)
Sin embargo, para el presidente de la Asociación de Centros de Datos de Chile, Francisco Basoalto, “la industria avanza” en “la contratación de energía 100% renovable” y tecnologías de refrigeración que reducen “drásticamente” el uso de agua.
En 10 años, la capacidad total de los centros de datos del país austral se multiplicó por cinco, hasta los 198 MW.
Un informe publicado en julio por el relator especial de Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos al agua potable y al saneamiento propone limitar los nuevos centros de datos, ya que «implican graves riesgos» para los ecosistemas acuáticos y presentan «expectativas insostenibles para el futuro».
Un compromiso cuestionado con la IA
En diciembre, el Gobierno chileno presentó un ambicioso plan de centros de datos hasta 2030 para «fomentar el crecimiento sostenible» de la industria y crear «un entorno favorable a la inversión». Medio año después, publicó una guía para descentralizar estas infraestructuras e instalarlas en el norte del desierto de Atacama o en la región de Magallanes, en el extremo sur, por sus «excepcionales ventajas naturales».
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Activistas e investigadores consideran que el plan ignora la sostenibilidad, pero para los empresarios «es un paso en la dirección correcta» gracias a «procesos más ágiles, certezas regulatorias y una coordinación efectiva». Según Basoalto, “Chile puede ser un lugar donde otros países vengan a procesar sus datos”.
Una investigación de LaBot reveló que el Ejecutivo aprobó un cambio en la norma ambiental que reducirá los controles y la información para los centros de datos de nueva creación.
“Esta desregulación implica menos transparencia y ni siquiera sabremos si construyen un centro de datos en la esquina”, critica Skoknik. Sin embargo, el sindicato lo ve “como un reconocimiento al alto nivel” de los proyectos.
El informe de la ONU advierte que la proliferación de centros de datos se produjo “en circunstancias opacas, con falta de transparencia, participación y rendición de cuentas”.
Chile, con poca presencia en el sector tecnológico global, apuesta fuerte a la carrera por la IA y se debate entre el desarrollo de una industria aún incierta y sujeta a los gigantes americanos, y los riesgos que implica para sus territorios. La discusión de fondo pasa por “abrir un diálogo global” –concluye Peña– y darle a esta tecnología un enfoque “menos extractivista” y “más equitativo”.