Economía

Fomentar el «castigo» no es el sol reforzado

Asociación fiscal

Imagine una escuela pública en la que los maestros reciben un bono en su salario cada vez que castigan a un niño. Imagina que el maestro recibe un aviso indicando que sus sanciones generan recompensas monetarias. «A partir de junio, cualquier profesor que aplique un castigo, suspenda o imponga sanciones a un estudiante recibirá un aumento de 10 pecados.»

Ahora, imagina un hospital estatal donde los médicos son recompensados con bonificaciones en su salario cuando un paciente regresa, ya sea con una enfermedad antigua o nueva, o incluso si sufre una recaída.

Pensemos en un oficial de policía, o en un funcionario que actúa fuera de la ley, quien recibe la instrucción de su superior de que obtendrá una bonificación por cada multa que imponga. O considera a cualquier funcionario cuyo papel implica el «control del comportamiento» dentro de la burocracia pública. ¿Qué efecto tendría esto? ¿Qué tipo de ambiente se generaría entre estos profesionales?

A menudo, se puede encontrar un denominador común entre los maestros, los médicos, los policías y los inspectores: todos tienen roles que implican cierto grado de control sobre el comportamiento. Por ejemplo, los maestros regulan el comportamiento de los estudiantes, los médicos gestionan la salud de sus pacientes, y los oficiales de policía ejercen autoridad sobre los ciudadanos. Asimismo, Sunafil tiene la responsabilidad de controlar el comportamiento de las empresas.

Imaginemos entonces cómo cambiaría la dinámica si se aumentara el salario de estos profesionales por las sanciones que imponen en lugar de incentivar la educación, la prevención o la mejora. ¿Qué pasaría si su recompensa dependiera de los errores u ofensas que pudieran descubrir? En lugar de trabajar para evitar comportamientos negativos, estaríamos premiando la detección de faltas.

Es altamente probable que muchos coincidan en que este tipo de incentivo es completamente distorsionado. Es tóxico, enfermizo e injusto. La esencia de la función burocrática no sería buscar el bienestar o la mejora, sino más bien hallar culpables. Se incentivaría la caza de errores, y no la búsqueda de soluciones.

En este sentido, la Comisión del Congreso del Seguro Social aprobó una opinión solicitada por el Ministerio de Economía y Finanzas para establecer elementos explícitos que refuercen las facultades de las Supervisiones de Sunafil con el fin de mejorar la recaudación fiscal mediante el control.

Lo realmente preocupante es que cuando los medios estatales, específicamente «El Peruano», publicaron esta información, la Comisión de Trabajo y Seguridad del Congreso(…) decidió, con 12 votos, apoyar la intensificación de la supervisión laboral por parte de Sunafil. ¿Realmente se requiere fortalecer a un ente que ya tiene poderes para sancionar?

El problema subyacente es que los burócratas peruanos prosperan en su capacidad de control, disfrutando de la autoridad que ejercen sobre quienes son responsables de sus ingresos, es decir, los contribuyentes. El estado no muestra interés en mejorar el ámbito educativo, la salud pública, la seguridad o la fomento empresarial. Su única motivación parece ser la de castigar a quienes cometen errores, así justificando su propia existencia: «Los ciudadanos necesitan burocratas para ser guiados porque nadie más puede cuidar de estos pobres humanos, menos sin mí».

Sin embargo, Sunafil no se fortalecerá mediante la imposición de castigos adicionales. La clave para su fortalecimiento reside en la creación de un marco legal laboral que sea efectivo y aplicable. Se enriquece al rodearse de funcionarios competentes que buscan estimular más emprendimientos y no simplemente cerrar más negocios pequeños. La verdadera fortaleza se encuentra en establecer un diálogo pedagógico y constructivo con los ciudadanos y empresarios, sin ofrecerles incentivos económicos que los lleven a caer en la trampa del miedo.

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