El ecosistema financiero peruano ha comenzado a mirar con renovada atención a las mujeres emprendedoras, un segmento históricamente con menor acceso al crédito. Han demostrado ser el principal motor de la economía, especialmente en el ámbito de las micro y pequeñas empresas.
Hoy, los bancos comerciales, los bancos municipales y rurales, así como las instituciones de microfinanzas, han diseñado productos específicos que van más allá de la simple oferta de dinero: buscan crear un impacto positivo y medible en la vida de las mujeres y sus familias, promoviendo su autonomía económica a través de un financiamiento integral.
Creado para mujeres
Si bien ambas herramientas de financiamiento están dirigidas a pequeñas empresas, es vital comprender la diferencia entre los microcréditos tradicionales y los préstamos con enfoque de género.
El microcrédito tradicional se refiere a préstamos pequeños, ideales para capital de trabajo inmediato, compra de inventario, suministros o para la puesta en marcha inicial de un negocio en sus primeras etapas. Tienen plazos cortos y se centran en la capacidad de pago del flujo de caja diario o semanal. Su misión es la inclusión financiera de la población de bajos ingresos.
Los préstamos con perspectiva de género están diseñados para el crecimiento sostenible y la inversión productiva. Se han incorporado cláusulas para cerrar la brecha de género, como la inclusión de tarifas preferenciales. Los plazos son más flexibles y amplios, lo que permite una mejor planificación de inversiones y pagos. Generalmente se otorgan con una sola firma y en muchos casos evitan la necesidad de la firma del cónyuge.
Además, les siguen programas de asesoramiento no financiero, reconociendo que la falta de conocimiento empresarial es un obstáculo tan grande como la falta de capital.
Reclamaciones y garantías no tradicionales
A nivel general, el acceso al crédito depende de factores claves que los emprendedores deben gestionar, por ejemplo:
– Historial crediticio: La condición no negociable más básica es que tengas un historial crediticio limpio, es decir, calificación 100% normal en los últimos meses. Las instituciones financieras buscan prestatarios responsables.
– Identificación, comprobante de domicilio y pago: Debe ser mayor de edad y tener negocio propio, acreditar su existencia, así como la capacidad de generar ingresos. Para verificar las direcciones de registro se deben presentar facturas de servicios públicos (electricidad, agua) canceladas.
– Plan de negocio: Aunque no siempre es un requisito formal para un microcrédito inicial, se vuelve necesario para préstamos de mayor cuantía. Demostrar la viabilidad del emprendimiento, el uso claro de los fondos y las estrategias de pago aumentan las posibilidades de obtener mejores condiciones.
Uno de los mayores desafíos para las mujeres es la falta de garantías tradicionales, por ejemplo los derechos de propiedad. Para superar este obstáculo, las instituciones financieras han recurrido a modelos innovadores como:
– Grupos solidarios: Consiste en un grupo de 10 a 25 mujeres que se conectan entre sí de manera solidaria. Si uno falla, los demás deben responder. Este mecanismo promueve la responsabilidad colectiva y reemplaza las garantías financieras individuales.
– Garantía personal o empresarial: En lugar de hipotecas, se acepta una garantía sobre bienes adquiridos con préstamo (máquinas, equipos) o simple firma.
– Garantías gubernamentales: Iniciativas gubernamentales como programas de garantías para Pymes lideradas por mujeres, a través de COFIDE, reducen el riesgo para la institución financiera, permitiéndoles acceder a mejores condiciones crediticias con menores requisitos de garantía.
excepto el dinero
La financiación sostenible de las empresas de mujeres no se logra únicamente concediendo préstamos. El asesoramiento y la formación integral es un pilar impulsado por las entidades, reconociendo el vínculo directo entre la capacidad empresarial y la capacidad de pago a largo plazo.
En este sentido, los bancos, cajas municipales, cajas rurales y programas afines ofrecen:
– Formación en contabilidad básica: llevanza de libros, registro de ingresos y gastos y formalización.
– Marketing Digital: El uso de redes sociales y plataformas virtuales para expandir el mercado más allá del entorno físico.
– Gestión del flujo de caja: una habilidad clave para la previsión y gestión de la liquidez empresarial.
– Educación financiera: gestión de la deuda, ahorro y concepto de inversión productiva.
El asesoramiento no financiero es un componente que eleva un simple préstamo a una inversión estratégica en el capital humano de una mujer emprendedora. Las instituciones financieras, especialmente las cajas de ahorros y las instituciones de microfinanzas peruanas, se han dado cuenta de que el riesgo de incumplimiento radica no sólo en la situación económica, sino también en la falta de herramientas para gestionar el crecimiento.
Por ello, esta asesoría se ofrece a través de programas estructurados, talleres, capacitaciones virtuales/presenciales y, en algunos casos, mentorías directas, con el objetivo de promover la sostenibilidad y la formalización empresarial. Son la clave de la sostenibilidad, porque convierten a una emprendedora en una mujer de negocios consciente que toma decisiones informadas, planifica su crecimiento y puede afrontar mejor situaciones económicas desfavorables, como quedó demostrado durante la pandemia.
Crecimiento y autonomía
Todas estas estrategias dirigidas al emprendimiento femenino tienen un impacto positivo que va más allá de los negocios. Se convierte en un factor de desarrollo y empoderamiento social.
Un préstamo exitoso desarrolla negocios y brinda a las mujeres su propia fuente de ingresos directa y legítima, mejorando su capacidad para tomar decisiones en el hogar y su estatus en la comunidad.
A su vez, esto se traduce en bienestar familiar, ya que se ha demostrado que las mujeres reinvierten una mayor parte de sus ingresos en la educación, la salud y la nutrición de sus hijos, creando un círculo virtuoso de desarrollo comunitario.
Ampliar un pequeño stand de venta a un espacio comercial, comprar maquinaria más eficiente o contratar más personal también son indicadores tangibles de ello.
crecimiento.