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Papa Leo XIV | Robert Prevost | Chiclayo | Robert Prevost sin hábito: Los secretos de la vida diaria del Papa Leo XIV en Chiclayo | Papa | Vaticano | Perú | Lambayeque | Nuevo Papa | PERÚ

Ana Loayza trabajó en estrecha colaboración con el Papa en la diócesis de Chiclayo. Era catequista de docenas de jóvenes que bautizaron y confirmaron. Foto: Joel Alonzo/GEC

/ Joel Alonzo

El jueves pasado, los ojos de Ana Loayza se llenaron nuevamente de lágrimas al enterarse de que el hombre con quien había compartido su vida en los lugares más remotos de la provincia de Chiclayo había sido elegido como nuevo Papa. Ella comenta: «Una persona con el carisma y la humildad que tenía es digna de haber sido proclamada como el sucesor de Pedro«. La emoción que sintieron en Chiclayo era palpable, especialmente al escuchar el nombre de Robert Francis Prevost como el nuevo pontífice. En cuestión de minutos, el atrio de la Catedral de Santa María comenzó a llenarse con personas que recordaban con cariño su paso por la capital de Lambayeque.

Fiel en la misa de las 7 am del día siguiente a la elección del Papa Leo XIV. Foto: Joel Alonzo/GEC

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Al día siguiente, el sacerdote que celebró la misa de las 7 am en la catedral, tal como lo hacía Leo XIV en reiteradas ocasiones, agradeció a Dios por haber mirado a Chiclayo y Perú para elegir el representante de Jesús entre nosotros. Pasaron las horas y el parque central de la ciudad empezó a recibir gente de todo Perú y del mundo, asemejándose a la Plaza de San Pedro en Roma durante esa semana.

¿Cómo era Leo XIV en su día a día en Chiclayo?

El recuerdo del padre Prevost, sonriendo a los que le tendían la mano en las calles Elías Aguirre o Torres Paz, permanece grabado en la memoria colectiva de los chiclayanos. Syta Abanto describe a Leo XIV como alguien que rompía moldes con su personalidad singular. «No hablaba mucho, pero sus palabras eran precisas. Fue su amor por los más humildes y su profunda espiritualidad lo que hizo que la gente se encariñara con él«, dice.

La misión pastoral de Leo XIV no fue fácil, pues enfrentó momentos críticos que aquejaron el norte peruano. Durante el Fenómeno de El Niño de 2017, que inundó el distrito de Illimo en la provincia de Lambayeque, el obispo Prevost no dudó en calzarse las botas y caminar por el barro para ofrecer ayuda a las víctimas. Tres años más tarde, cuando el Perú tuvo que lidiar con la pandemia de COVID-19, enfrentando el temor a la propagación del virus, salió con el sacramento en las calles, recordando que Cristo siempre estaba a su lado. Como líder de la diócesis de Chiclayo, promovió la creación de dos plantas de oxígeno para Lambayeque, en asociación con la organización Caritas. «‘Repitió: ‘Es el pueblo de Dios quien nos evangeliza con su fe y simplicidad’» dijo el monseñor Edinson Farfán, actual obispo de Chiclayo, a .

Cuando no llevaba el hábito sacerdotal, el Papa era simplemente un chiclayano más. Se levantaba alrededor de las 6 de la mañana en su habitación del primer piso de la sede de la diócesis de Chiclayo, y se dirigía a la catedral. Tras rezar o celebrar misa, Leo XIV caminaba apenas 15 metros hasta el restaurante Clover para disfrutar de la cocina del norte. «El Papa era asiduo. La mesa 3 era su favorita y allí se sentaba mirando la catedral. Su platillo predilecto era el Chiclayan Fried, hecho con carne de cerdo frita y marinada, acompañado de camote, yuca y salsa criolla«, narra Carlos López, el jefe del restaurante. «El Papa solía disfrutar de su ceviche con tortita de maíz, pero sin picante«, añade.

Chiclayan Fried del Restaurante Clover. Foto: Joel Alonzo/GEC

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Edward Montoya, administrador del restaurante Trébol, y Carlos López, jefe de las instalaciones del restaurante. Foto: Joel Alonzo/GEC

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El padre Fidel Purisaca, mano derecha de Leo XIV durante su última etapa en Chiclayo, reveló a este medio que el deporte favorito del Papa era el tenis, el cual practicaba en las canchas del Jockey Club de Chiclayo y la Escuela Santa María Reina. Su amor por el vals criollo era bien conocido, especialmente por ‘Nada que soy’ del Kipo. «Era un obispo extraordinario con acciones de vida ordinarias«, comenta.

El Papa y su fe en el milagro de Eten

Ubicada a 30 minutos de Chiclayo, la ciudad de Eten mantiene una historia de fe que data del siglo XVII. «El 2 de junio de 1649, durante la misa en el Día de Corpus Christi, los habitantes del antiguo Eten vieron la imagen del niño Jesús en el anfitrión consagrado. Pero la sorpresa no terminó allí. El 22 de julio del mismo año, el milagro se repitió en otra misa. Este evento se conoce como el milagro euteniano«, relata Noemí Ñiqueen.

Noemí Ñiqueen frente a la imagen del milagro del hijo de Eten. Foto: Joel Alonzo/GEC

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El Papa Leo XIV era un visitante frecuente de Eten. Su devoción por la ciudad lo llevó a Roma, donde fue testigo del milagro. «En 2019, recolectamos 20,000 firmas de lambayecanos para que se reconociera a Eten como ciudad eucarística por el Vaticano, y el Padre Prevost llevó esta solicitud al Papa Francisco. Aún estamos esperando esa aprobación, y sería un sueño cumplido por nuestro Padre Peper, ahora Papa«, expresa Noemí.

Después de la misa en honor de Santa María Magdalena, el pastor invitó al padre Prevost a almorzar. Siempre pedía café al final de la comida; era un café que pasaba, uno de sus favoritos‘, relata Noemí.

La ciudad de Chiclayo se encuentra en el punto de mira del mundo, gracias a las primeras palabras que Leo XIV pronunció como alto pontífice. Esa gente fiel que lo acompañó en su etapa como obispo espera con ansias su regreso a casa.