El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha llevado a cabo una revisión exhaustiva de su proyección económica para el año 2025. En esta nueva evaluación, se prevé que el producto bruto interno (PIB) experimentará una expansión del 3.5%. Esta cifra es inferior al 4% estimado previamente en el marco macroeconómico (MMM) de varios años, el cual fue publicado en agosto. Esta decisión se toma en el contexto de una entidad recientemente declarada, reflejando la necesidad de adaptar las expectativas ante un entorno económico incierto.
La revisión de la proyección económica se justifica por la existencia de un entorno internacional complicado, marcado por el incremento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Esta incertidumbre, combinada con la desaceleración global en el comercio internacional, ha creado un clima de inquietud que impacta de manera directa en las economías abiertas como la de Perú. La dinámica de crecimiento peruana se ve influenciada en gran parte por factores externos que son difíciles de controlar.
A pesar de esta situación coyuntural desfavorable, el gobierno ha implementado una variedad de medidas orientadas a impulsar la economía, tanto a corto como a mediano plazo. Estas iniciativas incluyen el desarrollo de importantes proyectos de infraestructura, los cuales se están gestionando a través de mecanismos como las asociaciones públicas-privadas (OXI) y varios proyectos considerados prioritarios. Además, se ha puesto en marcha un shock multisectorial que tiene como objetivo proporcionar inversiones, reducir costos operativos para las empresas, y fomentar así el empleo formal en el país.
Desde esta perspectiva, el MEF subraya que la economía peruana mostró señales de una fuerte recuperación en 2024, año en el cual se registró un crecimiento del PIB del 3.3%. Este incremento fue principalmente impulsado por una mayor demanda interna. La expansión económica estuvo ligada a la reactivación de la inversión pública, la recuperación de las inversiones privadas, así como a un aumento en la producción de sectores como la pesca y la agricultura, que, a su vez, impactan las exportaciones nacionales.
Para el año 2025, aunque las expectativas de continuación de la recuperación económica son alentadoras, el MEF ha decidido fijar una proyección de crecimiento más conservadora, situada en el 3.5%. Esta decisión se basa en los riesgos asociados con el entorno internacional, aunque se aclara que el crecimiento podría oscilar entre el 3.5% y el 4.0%, dependiendo de la evolución de los factores externos y de la eficacia de los incentivos económicos implementados.
Déficit fiscal
En cuanto a las finanzas públicas, el MEF prevé que el déficit fiscal para el próximo año se mantenga en un 2.2% del PIB, cifra que está alineada con la restricción estipulada en la regla fiscal. Este pronóstico se fundamenta en una gestión responsable de las finanzas públicas, así como en la lenta, pero constante recuperación de los ingresos fiscales, favorecida por un contexto de intercambio comercial más favorable. Según el informe, se espera un crecimiento del 4.6% en 2025, impulsado por precios de exportación más altos, particularmente en rubros como cobre, oro y zinc, al mismo tiempo que se prevé una disminución en los precios de importación, sobre todo en aceites y alimentos.
El reporte también destaca que la actividad económica global se proyecta aumentará en un 2,8% en 2025, cifra por debajo del 3.3% registrado en 2024. Este descenso refleja el impacto negativo de la incertidumbre geopolítica y de asuntos comerciales en el ámbito global. América Latina, por su parte, presentaría un crecimiento promedio del 2.1%; sin embargo, países como Perú, Colombia y Argentina mostrarían un dinamismo superior, mientras que economías como Brasil, México y Chile tendrían un desarrollo más lento.
Para el período de 2026 a 2028, el MEF estima que el crecimiento económico convergerá gradualmente hacia la tasa del 4%, en un contexto de normalización de la demanda global y con una posible reducción de las tasas de interés, junto con la mitigación de los riesgos externos. Este escenario favorable dependerá fundamentalmente de la continuidad de las reformas estructurales, la eficiencia en la ejecución de la inversión pública, y el fortalecimiento de la confianza empresarial.
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