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China desafía a los Estados Unidos y requiere el fin de los aranceles

Beijing condiciona las negociaciones, mientras que los analistas advierten que ambos poderes sufren los efectos de la guerra comercial.

China ha dejado claro que las conversaciones comerciales con Estados Unidos no se llevarán a cabo a menos que Washington aborde el tema de los aranceles unilaterales, los cuales han impactado significativamente la economía mundial en los últimos años. Este panorama tenso refleja las profundas divisiones entre ambas naciones y resalta la complejidad del entorno económico actual.

El Ministerio de Comercio chino ha confirmado que está evaluando la propuesta presentada por Estados Unidos para abrir un espacio de negociación. Sin embargo, también ha enfatizado la necesidad de que el país norteamericano muestre señales evidentes de buena fe antes de comprometerse a una reunión formal con Washington. Esto sugiere que la desconfianza persiste y que cualquier intento de diálogo será cuidadosamente scrutinizado.

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El Ministerio chino ha declarado: «Si Estados Unidos quiere hablar, debe mostrar sinceridad, corregir sus prácticas incorrectas y cancelar los aranceles». Este llamado a la acción fue parte de un comunicado oficial emitido esta semana, reflejando la postura firme de Beijing respecto a las negociaciones. No obstante, el gobierno de Xi Jinping también ha afirmado que fue EE.UU quien dio el primer paso al expresar su disposición al diálogo utilizando diferentes canales de comunicación.

Finalmente, Beijing ha subrayado que «decir una cosa y hacer otra», así como usar tácticas de presión, no llevará a un progreso real ni ayudará a restaurar la confianza perdida entre estas dos potencias económicas. Este enfoque en la transparencia y la buena fe es un indicativo de que las discusiones futuras serán complicadas y requerirán un compromiso significativo por ambas partes.

El presidente Donald Trump impuso aranceles que llegaron hasta 145 % para las importaciones procedentes de China. En respuesta, Porcelana implementó tarifas de hasta el 125 % sobre productos estadounidenses, lo que exacerbó aún más las tensiones comerciales. A pesar de que Trump eventualmente eximió a ciertos productos tecnológicos, como teléfonos inteligentes y semiconductores, la tensión latente entre las naciones sigue siendo evidente.

Los efectos de esta guerra comercial se están haciendo visibles. Las estadísticas más recientes indican una contracción en el PIB en los Estados Unidos durante el primer trimestre del año, mientras que la actividad industrial china experimentó una caída significativa en abril. Estas cifras no son solo números; representan un interconectado efecto dominó que afecta a trabajadores, industrias y economías enteras en ambas naciones.

Según Ja-ian Chong, académico de la Universidad Nacional de Singapur, el futuro del diálogo es incierto y complicado. El analista afirma que «ninguna parte quiere parecer débil», lo que añade una capa de dificultad a las negociaciones ya de por sí tensas. En este ambiente global de rivalidad económica, la pregunta sigue siendo: ¿podrán las dos naciones encontrar un camino hacia la reconciliación y la cooperación mutua?